1.12.15

Alipio Paoletti



Alipio Eduardo Paoletti —a quien sus amigos llamaban Tito– nació en Buenos Aires el 9 de octubre de 1936. Pasó su infancia y adolescencia en los barrios de Mataderos y Liniers. A comienzos de 1959 llegó a La Rioja donde meses después se propuso refundar el Diario El Independiente, cuya primera fundación, debida al dirigente radical Pelagio B. Luna, databa de 1901.
Esta nueva etapa del diario riojano se diferenció de las anteriores por no responder a orientaciones partidistas de ninguna clase.

A instancias de Paoletti, la empresa editora del periódico se transforma en una cooperativa de trabajo a la que se integran todos los trabajadores con igual participación. Al respecto, traemos a colación el testimonio de la hija de Alipio, Ana, en una nota aparecida en el Diario Página 12:
“En el año 1970, y por iniciativa de los dueños, que en ese momento eran tres personas, Alipio Paoletti, Mario Paoletti y Ricardo Mercado Luna, decidieron convertir la empresa Editorial Norte en Coopegraf. Y se cooperativizó todo: el inmueble, las máquinas para imprimir... La razón que los llevó a hacerlo fue ideológica: vivir coherentemente. Desde ese momento se constituyó la asamblea de socios y por mayoría de votos, todos menos uno –el de mi padre– Tito Paoletti fue elegido director del diario.
La línea editorial era resuelta en asamblea y así fue hasta el golpe militar del 24 de marzo de 1976 cuando el diario fue intervenido, sus periodistas presos y perseguidos.” (14 de Julio de 2006).
A pesar de no ser creyente, sintonizó con la pastoral del Obispo Enrique Angelelli de quien llegaría a ser amigo. Angelelli encontró en El Independiente al más eficiente difusor de su mensaje liberador, adscripto al espíritu del Concilio Vaticano II.
El golpe del 24 de Marzo de 1976 encontró a Paoletti en Buenos Aires, donde debió buscar escondite, por saberse intensamente buscado por las fuerzas represoras piloteadas por la dictadura militar. En La Rioja, su hermano Mario y varios de sus de sus compañeros del equipo de redacción fueron detenidos. Desde la clandestinidad, Tito orientó su labor periodística a las tareas de denuncia y difusión de las atrocidades que en aquel momento se cometían en el país.
En 1977 logra exilarse en Madrid junto a su mujer, Lyli Santochi y los 6 hijos (todos menores) del matrimonio. Desde Madrid siguió trabajando por su patria a través de acciones de investigación y denuncia.
En 1984 regresó al país, con la intención de reestablecerse en La Rioja para continuar con la labor periodística en el diario por él fundado, la que había sido forzosamente interrumpida en 1976. Así lo expresa Ricardo Mercado Luna en su ensayo: “Crónica de trastienda en la vida de un Diario”:
“Paoletti, junto con Alfieri, Schaller y otros asociados perseguidos del proceso vinieron a La Rioja con el propósito de reintegrarse al diario. Volvían a casa, al hogar de maquinarias y sueños (…). Pero el regreso tenía ahora el amargo sabor a puertas a cerradas y largas esperas en el umbral”. (En Solitarias historias del siglo que nos deja, pág. 254)
Al respecto, Ana Paoletti puntualiza:
“A los que cayeron presos los habían obligado [en 1976] a firmar una renuncia en la que no sólo dejaban la cooperativa sino que se comprometían a no ejercer nunca más el periodismo y a mi viejo le falsificaron la renuncia. En julio de 1984, de regreso en el país, y ya en democracia, los renunciados se presentaron a reclamar sus puestos de trabajo.
Fue entonces que en la asamblea de socios se decidió a aceptar las renuncias, recién ocho años después. Y esa vez no fueron los milicos, fueron sus mismos compañeros los que les negaron su trabajo. La dictadura ya había hecho escuela".
Rechazada la reincorporación a la cooperativa por él mismo creada, Tito se estableció en Buenos Aires, donde trabajó en “La Voz”, “Caras y Caretas”, “Crisis”, y en el periódico de las Madres de Plaza de Mayo.

Sus memorables editoriales del diario El Independiente tenían una propuesta combativa en su espíritu y renovadora en el lenguaje periodístico, un estilo directo, despojado y a la vez cuidado.
El periodismo de investigación que cultivó asiduamente quedó plasmado en dos libros de edición póstuma: Como los nazis como en Vietnam (Contrapunto, 1987), obra que plantea por primera vez una mirada distinta en el análisis del pasado inmediato argentino, desechando la teoría de los dos demonios esbozada por Sábato para explicar los años del terror genocida; y Cien años de colonia, escrito y publicado como suplemento del diario El Independiente en 1970, y editado en formato libro en 1997 por Ediciones AMP: aquí, la investigación histórica sirve para analizar la situación de carencias de la provincia de La Rioja desde la dicotomía sarmientina de civilización / barbarie. El autor concluye que “fue la ‘civilización’ y no la ‘barbarie’ la causante de la pobreza riojana”, refutando así la opinión de Sarmiento y del prócer riojano Pedro I. de Castro Barros, quienes atribuyeron a la resistencia montonera la postergación de la provincia.
Alipio Eduardo Paoletti murió en Buenos Aires el 1º de diciembre de 1986.

Fuente

Palabras escritas por Lyli para un acto homenaje a Tito Paoletti en marzo de 2006


Por Lylian Santochi de Paoletti


A 30 años del golpe militar que hirió de muerte  al país haciendo desaparecer a miles de compatriotas, obligó al exilio a otros tantos miles, sembrando el terror y destruyendo las organizaciones sociales parainstaurar el proyecto de destrucción del que hoy aún vivimos las consecuencias, siguen siendo válidas las banderas que los desaparecidos y represaliados  levantaban por una sociedad más justa y fraterna quepermitiera la felicidad del pueblo. Por eso es necesario seguir caminando tras esa utopía y tras ella vamos.

Tito Paoletti fue un militante por esa  sociedad más justa y sus acciones fueron hacer conocer desde las páginas de El Independiente los problemas que sufría La Rioja y alentar la búsqueda de soluciones a esos problemas. Y con la coherencia que caracterizó su vida, en una acción que aún no ha sido comprendida en su verdadera dimensión, motorizó la transformación del diario en una cooperativa de trabajo. Pero no de cualquier forma: la empresa editora del diario donó a la cooperativa todos sus bienes y el nombre de una publicación que tenía ya una historia y prestigio de 11 años. Es necesario reconocer aquí que este mismo espíritu existió en los demás socios de la empresa editora entre ellos Ricardo Mercado Luna, a quien hoy también recuerdan en este acto. 

Después del 24 de marzo de 1976, Tito Paoletti –que estaba en Buenos Aires en ese momento- y su familia vivimos clandestinamente en esa ciudad hasta junio de 1977 cuando partimos al exilio. En ese año participó en la edición de una publicación clandestina que se distribuía mano en mano en la que se denunciaba ya las atrocidades que se estaban cometiendo. En Madrid, Tito integró la Comisión Argentina de Derechos Humanos quedenunció en forma permanente los horrores de la dictadura y recibió los testimonios de los sobrevivientes de los campos de concentración que iban llegando a aquellas tierras. Pero siempre estaba el propósito del regreso en cuanto fuera posible. Él regresó al país en octubre de 1983. Su familia los hicimos en diciembre de ese año.

Tito vuelve a La Rioja en 1984 y pide reingresar a la cooperativa -en el puesto que la asamblea decida, proponiendo incluso ser corresponsal del diario en Buenos Aires- y pidiendo a sus antiguos compañeros que no avalaran lo que tuvieron que hacer obligados por los militares. Los socios -los antiguos y los nuevos- de El Independiente COPEGRAF -beneficiarios de aquel gesto de grandeza- rechazaron su reingreso e incluso le pidieron que se retirara del edifico del diario...!! 

Al año de la muerte de Tito recibí una llamada de uno de los socios -"Cachete" Ramírez- diciéndome que querían poner una placa de homenaje a Tito.
Lógicamente me opuse, es más, les prohibí cualquier homenaje mientras no hicieran un reconocimiento público de sus bajezas. Ramírez me dice en un momento que ellos valoraban la tarea de Tito pero no compartían su ideología. 
Yo respondí: Estúpido, es la ideología de Tito la que ha permitido que vos estés donde estás, como socio de la cooperativa de trabajo que él organizó y a la que donó todo lo que tenía por sus convicciones.
Tito Paoletti y su familia aún esperamos justicia. 


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