
Este Merino es quien fragua ocho años más tarde el Plan Cochayuyo articulador del golpe de Estado que depone a Salvador Allende. Luego, aunque colaborador del general Pinochet, será tenaz adversario de las negociaciones que conducen a la paz vaticana. Refunfuñando, encerrado en su despacho y sin fotógrafos rubrica el Tratado de Paz y Amistad que finiquita la querella del Beagle.Tal documento pone fin a la amenaza de un baño de sangre. Locos y sensatos hubo en ambas repúblicas. Aun hoy en todo el espectro político -aquí y allá- están los resentidos que lamentan lo que la patria `perdió con ese milagro atribuible a Juan Pablo II. Eso no tiene nada que ver con la antinomia "izquierda" y "derecha", con la contraposición "militares" y "civilidad" y menos aun al antagonismo entre "democracia" y "dictadura". El comentario de Valdés -por otro lado- permite visualizar la patriotería que afecta como epidemia a miles y nos empuja a conflictos armados como el que anhelan hoy psicóticos chauvinistas de Santiago y Lima. Son miopes y llegado el momento son otros los que marchan al frente.
Prof. Pedro Godoy Perrín
Centro de Estudios Chilenos (CEDECH)